jueves, 3 de marzo de 2011

Compota de manzana for dummies

Siempre he sido un desastre en la cocina:
he quemado ollas, he puesto sal en el café y azúcar en el caldo, he fracasado con recetas colaudadas durante siglos por generaciones de amas de casa, estoy especializada en la difícil arte de los pasteles calcinados por fuera y crudos por dentro, y con la complicidad de mi horno asesino puedo echar a perder incluso la pizza congelada. Pero también soy una persona optimista, y vivo en la certeza de que un día no lejano yo también aprenderé a cocinar. Además, puesto que no me gusta vencer fácil, ahora que Víctor empieza a comer papillas he decidido que voy a preparar yo misma su comida, ¡nada de potitos industriales!
Pobre hijo mío, para él el destete va a ser un deporte de riesgo...


Para todas las mamis que como yo no tienen ni idea de por dónde empezar con la comida de sus bebés, he decidido publicar las recetas que estoy aprendiendo y experimentando con Víctor. Esas cosas tan sencillas que nadie te enseña porque todo el mundo da por sentado que tú sabes como se cuece un huevo duro o se prepara una papilla de copos de arroz. Tengo una maestra excepcional, mi amiga Freddie. Ella sí sabe cocinar, tiene mucha paciencia y tiene asumido que yo no sé cocer un huevo duro.


Lo primero que me ha enseñado es la compota de manzana, todo un un clásico como primera papilla:

Lavar las manzanas, un kilo aproximadamente.
Cortarlas en cuatro partes, pelarlas y quitar lo de en medio.

 El consejo de Freddie: lava otra vez las manzanas después de pelarlas, porque al cortarlas el cuchillo entra en contacto con la piel que es donde se acumulan la suciedad y los pesticidas.


Trocearlas y cocerlas tapadas a fuego muy lento durante unos 35 minutos, sin agregar nada, ni agua ni azúcar.







Cuando estén bien hechas y totalmente blandas -aquí falta la foto porque a mí... ¡se me han quemado! (El comentario de Freddie: "¡Hay que estar pendiente de la compota!")- se pueden pasar por la batidora o simplemente chafarlas con un tenedor, ¡y listo!






La compota de manzana se conserva muy bien en la nevera y puede también congelarse. Víctor ha empezado a comerla con seis meses, pero es ideal también para los bebés que empiezan la alimentación complementaria a partir de los 4.
Se puede preparar también compota de pera y mezclarla a la de manzana, y ambas pueden utilizarse para endulzar otras papillas menos sabrosas como por ejemplo la de cereales.

1 comentario:

  1. Las he puesto a fuego con un poco de agua y la compota ha quedado de maravilla! A Noah la ha gustado mucho :-)

    ResponderEliminar